Pérsonal Estéreo
Paisaje sonoro es lo que oigo y también es lo que veo. Es la suma de mis sensaciones cuando estoy con los fonos enchufados en la oreja.Todo se lo debo a Akio Morita (de Sony) que en 1979 inventó el walkman, para acompañar los viajes de su hija al colegio. Al menos eso dice el mito empresarial. Quizás la realidad sea distinta, pero en esencia la historia puede ser cierta, por lo menos en sus efectos. Basta ver las micros repletas en la mañana, la cantidad de pasajeros conectados a su propia esfera de música, sobrellevando el karma de los kilómetros de taco mañanero. ¿Sería posible de aguantar sin el pérsonal estéreo? Lo dudo. (Ojo: tal cual: personal con acento en la E).Sospecho que, de alguna manera, desde un principio el aparatito fue algo más que otro invento novedoso. Primero, para los que no podíamos comprarlo era una especie de "objeto del deseo", presentado como novedad en noticieros y revistas de actualidad.Recuerdo una especie de mito mediático que no he podido confirmar. Año del señor de 1982. Guerra de las Malvinas. Circulaba la información de que las implacables tropas Gurkhas avanzaban por la campiña malvinense premunidos de sendos "walkman", aislados de toda sensación que no fuese su propio estruendo guerrero y rockero, inmunes al dolor propio y al ajeno. Quizás de allí venga la animadversión hacia el personal de buena cantidad de gente, que nos mira a los "enchufados" como seres hijos de la alineación. Demás está decir que la culpa del instinto asesino (y también de la enajenación) no viene del invento de Morita. Hay que ir atrás, muy atrás, cosa que de momento no haré. Como siempre, se culpa al mensajero.En fin. Los años pasaron y por gracia del mercado abierto a oriente, el pérsonal se transformó en objeto cotidiano y, en muchos casos, de primera necesidad.Vuelvo a los viajes a través del atochamiento cotidiano. De verdad creo que buena parte de los sufrientes pasajeros soportan la tortura de dos horas diarias gracias a los fonos que son el cordón de plata para mantenerse sanos y tranquilos. Por allí les entra el mundo que el estancamiento les niega, ya sean noticias, música buena y de la otra, copuchas, conversación insustancial, comerciales, fútbol. Sólo por citar algún momento vivido: seis cincuenta y cinco de la mañana, metro línea cinco, una especie de sobrevuelo sobre techos de casas e industrias. Vienes de vuelta del trabajo. En los oídos, "2 minutes to midnight", Iron Maiden. ¿Cansancio? Un poco, pero todo bien.Sí: a veces incomoda, a veces es inconveniente y hay que desconectarse. Pero en general ayuda y acompaña. Salva.No lo vivo como una enajenación. Prefiero entender que más bien se trata de poder armarse cada uno su propia "burbuja sonora", para respirar tranquilo en este cielo brumoso y hostil. A veces es como vivir una suerte de película, en la cual cada uno arma su propia banda sonora antes de salir, eligiendo discos o cintas que contengan los sonidos de tu vida, tu hora y tu minuto. Corto y me voy; subo el volumen de mi tarro y salgo a salvarme. Nos vemos, nos oímos.
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