viernes, junio 24, 2005

Fulano muerto, Fulano Vivo

Parece que hay un dios sordo que dispone que se mueran los fulanos. Es así, cada uno en su tempo.

Ya rondamos un año desde que el muchacho este, don Vivanco, detuvo su corazón y siguió durmiendo un sueño recoletano demasiado largo.

Ya se sabe, uno se muere de puro vivo nomás, y ese es el riesgo de vivirse la respiración a concho, el pulso a mil quinientas, la luz del sol hasta quemar las alas intentando alguna bella fuga.

Escuchen esto. Las flores del funeral dejaron de darnos ese olor, la comparsa trata aún de andar sus calles y sus noches. Los hermanos se reunieron otra vez después de la tribulación, y apiñaron sus recuerdos y los destilaron. El resultado es esto.

Escuchen. Redondo como cualquier mandala, implica protección, quizás algo de sanación. Tiene un agujero al centro para que pase la luz, para que se acomode tu ojo mirón y juguetón.

Escuchen. Dice “Fulano vivo”. Y a mi me suena así, tema a tema:

Krikalev enciende el fuego de a poquito. Este canto se me hace azul y manantial, arábigo en su queja y en su sed. Este latido me respira y me transpira sin piedad. Y ya empiezo a llevar el pulso con el pie, cuando se puede, cuando hacerlo no implique tropezarse con la nota antepenúltima o con la de anteayer. Resignación.
Fulano es el fulano despertando en el enredo de una plácida resaca. ¿Los años? ¿La muerte rondándonos? Quién puede saberlo. Sin complejos, suban el volumen, al final igual nos vamos a bailar. La ciudad aún respira y te cruzas cada calle sin temor, de tarareo en tarareo.
Basura. La ciudad aun respira entonces su aire de basura, de camiones que pasan atronando al vuelo con gente acróbata colgada de unos fierros cómplices, fieles, sonoros. Es basura, simple y vital basura. Es basura nomás, no se enloquezcan así. Ya viene el otro vuelo.
Arañas de Tribunal. Estense calladitos. Algo suena por allá atrás. Es el pesado andar y deambular de las arañas. Seguramente tienen algo que decirnos, algo que entonarnos, pero prefieren dejarnos en el misterio de este susurrar agridulce. Seguramente la flauta avisa de algo, pero en el mareo de la melodía quedan pegadas las sonrisas. Vamos a repetirnos el plato. Vamos a esperar sabiendo que se espera nada. Vamos otra vez.
Pinocho en Patolandia. Despertemos otra vez. Llega el fulano que nos cobra lo comido y lo bailado por los otros. Tu billetera solo da para resacas. Saltarín entonces, esto no parece miedo pero es. La trampa de ratones vuela de la mano deste saxo infame y bullanguero, la sonrisa estalla sin explicación, el choclo se desgrana por su propio peso y la historia es así de histérica. Lo entiendo. Lo acepto. Soy de acá, y acá se escuchan estas cosas. También merece repetir el tiro. Aplausos a granel.
Todas las Ratas de todos los ríos del mundo. Vale. Nos vamos como por un tubo, un caño húmedo y oscuro. El agua helada se dispersa en goteras amorosas y letales. Allá al final del túnel, donde brilla cierta luz, hay un señor acariciando su teclado.
Lamentos. Se hace corto este subir-bajar. No es lamentable. No es aburrido. Si todo se llorara así... En fin. Póngale una más, o dos.
Nena, no te vayas a Chimbarongo; no te vayas hoy, ándate mañana. Pero igual se van, se van, no hay mucho que hacer, sólo parar la oreja para saber por donde huyen, por qué mundos, cuáles destos barrios colorinches son la tierra de su ida. Igual se van, desgastadas por sus noches y sus días y sus noches, sincopando la gris nada que las sobrevuela. Aún resuena en su escuchar el ronroneo maltratado que dice “no te vayas no te vayas no te vayas”. Pero se van igual. Escúchenlos hacer. Y deshacer.
Tango. Y saben qué. Al final las heridas si se aguantan. No bailamos otro tango más que el “tango del futuro”, y plagio así a algún profeta huido de esta tierra. Tango eléctrico y sangrado. Tango compulsivo, vandálico y vivaz. Tango del despecho de los demasiado viudos de aquí. Tango por si acaso, por que por los barrios los abuelitos aún sueñan con bailarse una rabiada de estas, y nosotros entonces ya vamos siendo los viejitos vivarachos que reconocemos en este Tango entonces la llamarada de nuestra devastación juvenil, tropas en cada callejón, oscuridad medio iluminada por la llama de otro calendario, Arlette y los suyos llamando a creer en no creer, lo que nunca ha sido poca fe. Tango ahora de mi propia sed. Van varios bises entonces.
Suite Recoleta entonces, al vuelo. Nunca vuelvo a esa avenida sin tararear algo de esto. Pienso en papas fritas, cachureos ofrecidos a la voluntad del sol y los paseantes que rescatan del bolsillo sus monedas con el ángelito neo nazi. Ni dejo de pensar en los que allí se nacen y se viven. La niña de mis cuatro ojos nació allí, en la avenida chilenísima y repleta de amarillo. Recoleta es la avenida donde los sueños agitados de Santiago se estrellan contra el cristal grasiento de una shopería, mientras los cementerios se mantienen expectantes, a un paso, a dos, a tres. Larga vida a la tonada y al jazz fatal y a la bailada esta que Vivanco aún nos debe. Nos vemos allá. En ese patio no están todos callados.
1989 (o esto no es bueno ni malo sino muy por el contrario). Que decirse. Clavados en ese año como mariposas en un insectario rasca y polvoriento, alguien nos salva la cara entonces. Y nos grita para despertar una vez más, de un sueño al otro, como quien se equivocó de micro y no atina con el recorrido. Saber obedecer es parte de algo que nunca entenderás, pero así es la chicha que te cura, ves, la fonda esta dispuesta de este modo. Los tonys estos no tienen ni medio sentido del humor. Tráiganme un león entonces, esos si que saben conversar.
Sentimental blues. Así de simple entonces es. Oigan bien esto porque el plato no se repetirá jamás. Pongan todo su atención, sus sentidos, su alma y si mirar. No se repetirá más. Quizás esto lo haga más sentimental aún, y más blues también. Si uno mira para otro lado, se ve lo mismo entonces. Sueñen el volver si pueden. Reitere la dosis desde el mismísimo inicio.

¿Y entonces qué? ¿Fulano Muerto o Fulano Vivo? Todas las anteriores, me digo mientras guardo el disco en su funda de tres alas. Este pájaro se va a volar al cielo de otra Recoleta. Este pájaro nos va a manchar la primavera. Este pájaro nos va a embriagar. Vivo, muerto, vivo, vivo, así nos queda entonces resonando: Fulano Vivo.