LETANÍA 5
Y cuál es el temor, me digo,
y cuál es el temor, mientras me cruzo mi Santiago en micro bajo nubes sin piedad
y las grises palomas picotean el cuerpo místico de Chile
y los niños no se mueren de frío porque ya es La Primavera
entonces y cuál es el temor me digo
y los oficinistas se lo duermen todo en viaje hacia su centro malparido
y golpean la cabeza contra el vidrio brasilero y se medio despiertan y pasan y pasan los difuntos recobrados y las chilenitas teñidas a la rápida apuran sus
buenas piernas para llegar a la hora
y si no he tomado más desayuno que harina tostada con agua y azúcar y una taza de café bien fuerte, entonces dime “y cuál es el temor” y a qué, si todo está tan luminoso y los negocios suben sus cortinas
y el cielo azul degrada poco a poco en humo y la gente cruza a la carrera las calles de su vida recién pavimentada y carga ropa espantosa y manchas de su piel
y hay que oírse cada noticia y saber seguir a flote
y cuál es el temor del día claro y de la noche de anteayer
señores, damas de mi devoción
cuál es el temor si estamos listos para la otra la foto,
el niño extraviado apareció, la luz creció desde la sombra
y son las ocho y media mientras esta historia se escribe
y Santiago sigue idéntico a sí mismo, cambiante
a cada rato en una nueva risa, un nuevo humo de cigarros, nuevas las bocinas y los pasos de cebra y la tapa de la alcantarilla es un mandala,
cuál es el temor si la vida está botada en monedas de diez y sólo hay que juntarlas y cambiarlas por billetes de juguete para salir a volar o a perderse en una línea de metro por fin sin ninguno de sus suicidas
y si los suicidas entonces me devuelven el saludo y vuelven a su vida normalita,
dime, díganme, cuál es el temor.
y cuál es el temor, mientras me cruzo mi Santiago en micro bajo nubes sin piedad
y las grises palomas picotean el cuerpo místico de Chile
y los niños no se mueren de frío porque ya es La Primavera
entonces y cuál es el temor me digo
y los oficinistas se lo duermen todo en viaje hacia su centro malparido
y golpean la cabeza contra el vidrio brasilero y se medio despiertan y pasan y pasan los difuntos recobrados y las chilenitas teñidas a la rápida apuran sus
buenas piernas para llegar a la hora
y si no he tomado más desayuno que harina tostada con agua y azúcar y una taza de café bien fuerte, entonces dime “y cuál es el temor” y a qué, si todo está tan luminoso y los negocios suben sus cortinas
y el cielo azul degrada poco a poco en humo y la gente cruza a la carrera las calles de su vida recién pavimentada y carga ropa espantosa y manchas de su piel
y hay que oírse cada noticia y saber seguir a flote
y cuál es el temor del día claro y de la noche de anteayer
señores, damas de mi devoción
cuál es el temor si estamos listos para la otra la foto,
el niño extraviado apareció, la luz creció desde la sombra
y son las ocho y media mientras esta historia se escribe
y Santiago sigue idéntico a sí mismo, cambiante
a cada rato en una nueva risa, un nuevo humo de cigarros, nuevas las bocinas y los pasos de cebra y la tapa de la alcantarilla es un mandala,
cuál es el temor si la vida está botada en monedas de diez y sólo hay que juntarlas y cambiarlas por billetes de juguete para salir a volar o a perderse en una línea de metro por fin sin ninguno de sus suicidas
y si los suicidas entonces me devuelven el saludo y vuelven a su vida normalita,
dime, díganme, cuál es el temor.
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