miércoles, marzo 03, 2010

Terremoto mediático 1

A estas alturas y, más allá de los efectos directos e indirectos de la catástrofe, resulta que me declaro chato con la situación. Me refiero a estar chato con respecto al comportamiento de los medios ante el cataclismo. En honor a la brevedad, lo he resumido en los varios puntos. Muchos de ellos estaban presentes en la labor informativa general antes del terremoto, pero ahora se han exacerbado y llevado a sus (espero) últimas consecuencias. A mi juicio, la cobertura periodística ha estado marcada por los siguientes puntos negativos, que son los que me han terminado por agobiar.
1.- Periodismo espectáculo. La presentación noticiosa ha de ser forzosamente atractiva, muy atractiva. Más allá de un deber vocacional de informar, se busca mantener la atención del televidente, auditor o lector. Mediante la búsqueda de lo sensiblero, lo emotivo per se, lo anecdótico, lo banal y la visión fuera de contexto, la noticia se aleja de una comprensión global de causas y efectos, para convertirse en un imán de los instintos primarios del receptor. En ese mismo camino, las noticias más impactantes se repiten una y otra vez, dando la idea de un continuo noticioso sin ton ni son. Y eso termina por despistar, deprimir y aburrir.

2.- Periodismo ciudadano. Bajo la loable máscara de eliminar las barreras entre emisor y receptor, el uso de tecnologías móviles de imagen, texto y voz, permite que los mismos ciudadanos envíen datos, imágenes y a veces verdaderos reportajes. Este fenómeno ha incluido fuertemente a las redes sociales (twitter, facebook y similares), como fuente “fidedigna” de hechos noticiosos. Esto elimina el filtro editorial, abriendo los canales a todo tipo de sesgos desorganizados de la información que se presenta. Bajo esta aparente democratización de la información, la información se ha vuelto una sucesión de supuestos golpes noticiosos sin mayor reporteo. Si antes se suponía que el periodista era, antes que todo, reportero, que iba y verificaba en las fuentes los datos, ahora muchas veces es un simple usuario que pone al aire lo que llega a su computador o teléfono móvil. Buena parte de las olas de noticias infundadas (falsos saqueos, confirmación y refutación de tsunamis, etc.), han nacido de este tipo de periodismo. Da la impresión de que basta con un teléfono y algo de histrionismo barato para desatar algún grado de histeria, avisando a un medio sobre un saqueo o una salida de mar supuestas.

3.- Periodismo funcionario. El periodista dejó hace rato de ser aquel espécimen que, avalado pos su fuerte vocación, reporteaba y perseguía el dato con rigor y empeño. A cambio, una gran cantidad de periodistas trabajan cómodamente instalados en sus escritorios, conectados a facebook, twiter y MSN. Con eso basta y sobra. La verificación de datos consiste en llamar por celular a alguien cercano al hecho, para que le envíe de vuelta el texto para hacer copy/paste, o el jpg para decorar la nota. Como efecto secundario de esto, el periodismo termina muchas veces por ser acrítico, amorfo y no opinante. Son esos profesionales los que no saben contra preguntar en una conferencia de prensa, los que se limitan a transcribir comunicados oficiales (del estado y de las empresas), los que publican sin siquiera leer lo que llegue de las agencias.
Claro, ustedes me dirán que con el terremoto, muchos se vieron obligados a salir a terreno, rompiendo por lo menos con este problema. Puede ser, pero también es cierto que la catástrofe a dejado a la vista otros dos tipos de periodismo que de momento sólo enunciaré: el periodismo disperso (o todoterreno) y el periodismo a-literario o sin discurso. Esos son tema para un próximo posteo.

Salud y anarquía, que todos estén sanos y salvos.

Pablo Padilla
escritor