Parte de la felicidad
Parte de la felicidad es ir manejando así. Llevo puestos unos lentes de sol redondos, estilo Lennon, recién comprados en la feria de la Villa México por luca quinientos. Es un día caluroso de una primavera extraña, pero los árboles de esta avenida ayudan a soportar el calor. A mi derecha, la reconquistada deja que el viento del viaje la refresque. Mientras la acaricio a la pasada, tratando de no chocar, tarareamos torpemente "Radio Song", de R.E.M., que nunca falta en este vehículo precario y a la vez eterno.
La ciudad a nuestro alrededor es una pura locura ardiente, que se prepra a morir creyendo que esto es la vida simplemente. Yo voy sereno por sus calles. Y cantamos a todo volumen, desprecocupados y otra vez al unísono.
Esa es parte de la felicidad. ¿Está incompleta? Puede ser. Además, estamos a mitad de nuestro camino. Allá adelante queda tanto. Todos se apuran para llegar al fin del taco, o a las fiestas de diciembre. Nosotros también, pero presos de una lentitud casi sagrada. Entonces respetamos los semáforos, dejamos que los peatones crucen sin necesidad de ser atropellados, y un largo etcétera de sonrisas recobradas. Seguramente eso no nos hace ni más bellos, ni más ricos, ni más famosos. Apenas nos sirve para viajar en paz por estas avenidas medio marginales. El asunto es velocidad, pero no del velocímetro. Tampoco de la mente. Es el apuro del alma. Nuestros pulmones respiran humo pero están más vivos. Nuestros corazones laten fuerte con el latido del que sabe amar en el momento preciso, y así hasta el final de este día, hasta el final de los días.
Digo que es parte de la felicidad porque al ser esta icompleta nos obliga salir a buscar, bien o mal, el pedazo que nos falta, la pieza que siempre se extraña. Así te mueves entonces por el mundo, como cazando utopías baratas con un matamoscas color carne. Como tratando de abrazar una sombra que a veces te da un beso sorpresivo y te deja un "te quiero" como mensaje de texto.
Y digo entonces "parte de la felicidad", y ya no hablo de fragmentos. Digo "parte de la felicidad" en imperativo. Se trata de esto: el inicio es ser feliz, y desde allí se arma el viaje. Una mirada nueva cada día, lentes oscuros tipo Lennon para taparte de la luz y para que no se vean a veces unas lágrimas. Por que, no lo dudes, en este viaje hay que llorar a veces: entran cosas en los ojos, qué se yo, la gente muere, sufre, se enferma o pierde la pega. Pero las tardes están hermosas y floridas, los niños aprenden a decirnos las palabras del amor y de la risa, ahora suena "It´s the end of the world", y ya pasó lo peor, el tránsito se despejó casi milagrosamente, y cantamos otra vez a dúo.
La ciudad a nuestro alrededor es una pura locura ardiente, que se prepra a morir creyendo que esto es la vida simplemente. Yo voy sereno por sus calles. Y cantamos a todo volumen, desprecocupados y otra vez al unísono.
Esa es parte de la felicidad. ¿Está incompleta? Puede ser. Además, estamos a mitad de nuestro camino. Allá adelante queda tanto. Todos se apuran para llegar al fin del taco, o a las fiestas de diciembre. Nosotros también, pero presos de una lentitud casi sagrada. Entonces respetamos los semáforos, dejamos que los peatones crucen sin necesidad de ser atropellados, y un largo etcétera de sonrisas recobradas. Seguramente eso no nos hace ni más bellos, ni más ricos, ni más famosos. Apenas nos sirve para viajar en paz por estas avenidas medio marginales. El asunto es velocidad, pero no del velocímetro. Tampoco de la mente. Es el apuro del alma. Nuestros pulmones respiran humo pero están más vivos. Nuestros corazones laten fuerte con el latido del que sabe amar en el momento preciso, y así hasta el final de este día, hasta el final de los días.
Digo que es parte de la felicidad porque al ser esta icompleta nos obliga salir a buscar, bien o mal, el pedazo que nos falta, la pieza que siempre se extraña. Así te mueves entonces por el mundo, como cazando utopías baratas con un matamoscas color carne. Como tratando de abrazar una sombra que a veces te da un beso sorpresivo y te deja un "te quiero" como mensaje de texto.
Y digo entonces "parte de la felicidad", y ya no hablo de fragmentos. Digo "parte de la felicidad" en imperativo. Se trata de esto: el inicio es ser feliz, y desde allí se arma el viaje. Una mirada nueva cada día, lentes oscuros tipo Lennon para taparte de la luz y para que no se vean a veces unas lágrimas. Por que, no lo dudes, en este viaje hay que llorar a veces: entran cosas en los ojos, qué se yo, la gente muere, sufre, se enferma o pierde la pega. Pero las tardes están hermosas y floridas, los niños aprenden a decirnos las palabras del amor y de la risa, ahora suena "It´s the end of the world", y ya pasó lo peor, el tránsito se despejó casi milagrosamente, y cantamos otra vez a dúo.
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